Efemérides
Hola, primero que nada, ayer fue 20 de enero. Si no escuchaste esta canción todavía estás a tiempo de ponerla a todo volumen. Siempre es un buen momento para escuchar la Oreja de Van Gogh.
Si después del primer tema te quedaste emocionada y querés seguir con otra, en la categoría sigue Día de Enero de Shakira. Éste lo traigo pegado hace una semana: pronto verás el sol brillar tú, más que nadie, mereces ser feliz...
Queen of Punta del Agua
Estoy desempleado y compartiendo la misma ciudad con el Jorge. Mi rutina no se parece casi en nada a lo que fue en diciembre, bajé mil cambios. Nunca fui muy fan del verano pero los días están realmente lindos. No recuerdo que el verano anterior haya sido tan húmedo y tormentoso como éste. Me encantan los truenos, el olorcito a jarilla que queda después de la lluvia y los atardeceres nebulosos.
Como decía, nunca fui muy fan del verano porque desde hace años en enero preparo alguna materia densa para la mesa de febrero. Independientemente de que me deprime el calor, no puedo dejar de asociar la estación con estudiar. No obstante, éste ha sido la excepción a la regla, si bien tengo la carpeta de Sucesiones en frente mío mirándome con ojos de reproche, viene siendo un verano divertido: con Jorgito nos ofrecimos a ayudar a mi amiga Sabri, en su “campaña” de reina de la vendimia.
La Sabri dice que cuando era chiquita jugaba a ser reina y soñaba con ser una de verdad cuando fuese grande. Yo también jugaba a las reinas de la vendimia. No me animaba a disfrazarme yo, entonces las montaba a mis primas Guadalupe y Mariana y las hacía competir entre ellas. Improvisaba las capas con toallones ceñidos al cuello con trabas de gancho gigantes que le afanábamos a mi abuela de su costurero; le destrozaba los cosméticos a mi tía pintando a las reinas como una puerta. Las coronas podían ser de cartón, a veces las hacía con las varas más tiernas y largas que tenía la planta de granadas del patio; el cetro siempre era un sarmiento leñoso de parra. Después, para que el resto de la familia las viera, las paseábamos por el interior de la casa en la carretilla oxidada de mi abuelo.
Yo no me disfrazaba de reina y tampoco llevaba la carretilla. De chofer lo ponía a mi hermano Juan. Yo era receloso de mi rol, daba órdenes, era modisto, maquillador, director y presentador. Básicamente jugaba a ser Guillermo Romano sin saber quién era Guillermo Romano. Lo conocí un par de años después cuando la Pato condujo la fiesta de la vendimia (mi mamá es locutora) y yo con 10 u 11 años la acompañé a varias pruebas de vestuario. Él era el Director de Cultura de San Rafael y les diseñaba los vestidos a las conductoras y a las reinas. Durante las pruebas se refería a las telas con la palabra género y hablaba sobre la caída, el peso, el brillo y el movimiento del género; lo decía todo en un tono solemne y movía las manos como mi mamá cuando habla. Estaba empecinado en que el escote del vestido de la Pato fuese más profundo y le levantaba las tetas con las manos. Durante la fiesta, cuando las reinas bajaban, desde la parte alta de las gradas, hacia el escenario principal, si pasaban por al lado de Guillermo, él les acomodaba la capa y las radiografiaba con ojos brillantes de trolo orgulloso.
Estamos en Punta del Agua, el distrito más alejado de la Ciudad de San Rafael. Para llegar al pueblo hay que ir por no se qué ruta, se pasa por General Alvear y después hay un desvío por un camino de tierra. Por suerte vamos con Nelson, de la Dirección de Distrito, que conoce el camino, yo no sabría cómo llegar y tampoco me importa, ese no es mi rol. Yo le acomodo las tetas a la reina de Punta del Agua para que no se le marquen los pezones en el vestido azul tiza, le arreglo el pelo, la corona, decido si debe haber cambio de outfit, de bijouterie o retoque de make-up, y le saco las típicas fotos de reina: la que no tiene sentido agarrando un racimo de uva y otras en las que mi amiga parece realmente una princesa.
El motivo del viajecito fue la cabalgata de reyes que la Sabri organizó con un pibe de la Policía Rural que vivió toda su vida en el distrito. Repartieron juguetes y golosinas. Ana, una ex reina cincuentona de distrito le explicó a la Sabri que si no es por este tipo de actividades varios de los niños no reciben ni un solo regalo. Los ojos de mi amiga parecen entender que ya no juega a ser la reina.
Conocimos la Delegación Municipal, la Plaza, la Escuela, el centro de Salud y la Biblioteca Popular. Los vecinos amorosos y orgullosos de su reina nos regalaron nueces, tomillo y yuyitos para el mate. En éste punto la idea de “vendimia es un concurso de belleza innecesario” se diluye definitivamente para los tres.
En fin, fue un fin de semana precioso, nos bañamos en arroyos de agua mineral, vimos el atardecer a contraluz del Cerro Nevado, vivimos vendimia desde adentro, volvimos con el corazón llenito y repitiendo en loop el saludo en inglés que grabamos con Queen of Punta del Agua para los dear tourist. ¡Que lindo ser mendocino!
Canción del mariquita
La “Canción del Mariquita” (Canciones, 1926) debe ser el único poema en que García Lorca aborda la mariconeada sin entrar en conflicto, y es uno de mis poemas marica preferidos de todos los tiempos.
En los pocos poemas en los que García Lorca se refiere expresamente a la homosexualidad, como en Oda a Walt Whitman, siento que no puede hablar de las maricas sino desde una moral problematizada. Era un artista puto con aspiraciones en plena dictadura franquista. Debe haber sido frustrante. Finalmente fue fusilado y según algunos informes que salieron a la luz años después del golpe de Estado, entre las causas por las que lo mataron se mencionaban “prácticas de homosexualismo”. Lo cierto es que no podemos reclamarle palabras de denuncia en un momento en el que todavía éstas no existían.
Dice Alicia Genovese que “desde el poema el mundo se abre de otra manera. La voz del poema se sostiene en la perturbación frente a lo otro desconocido, extraño, o en lo cotidiano que se ha distanciado de nosotros, desde ella el acontecimiento banal se transforma en descubrimiento. La poesía (…) es capaz de crear un lugar para todos los interrogantes, un espacio donde coexistir con lo visible y con lo invisible, con lo captable y con lo que queda fuera de foco, con lo reconocible y con lo impensado. La poesía puede crear, construir, ese lugar donde el mundo se abra y, aunque sea fugazmente, se convierta en habitable”. (Abrir el mundo desde el ojo del poema, 2023).
Siento que en 1926 Federico García Lorca abrió una puerta con Canción del mariquita. Este poema es una puerta entornada, la rendija desde la que se descubre un mundo posible, uno en donde la burla y el escándalo parecen quedar opacados frente a un gesto cuya belleza reclama la atención del poeta y que exige existir en el lenguaje: el mariquita adorna sus bucles con un jazmín sinvergüenza. La descripción es devota.
Quizás, resistir también puede ser por momentos, algo así como silenciar los discursos de odio y encender un reflector que enfoque directo aquellas palabras que merecen brillar.
“El mariquita se peina
en su peinador de seda.
Los vecinos se sonríen
en sus ventanas postreras.
El mariquita organiza
los bucles de su cabeza.
Por los patios gritan loros,
surtidores y planetas.
El mariquita se adorna
con un jazmín sinvergüenza.
La tarde se pone extraña
de peines y enredaderas.
El escándalo temblaba
rayado como una cebra.
¡Los mariquitas del Sur,
cantan en las azoteas!”
Estos collages con imágenes de García Lorca pertenecen a la artista española Roberta Marrero, por acá pueden entrar a su página web, por si les interesa ver su obra completa y comprar algo. Entiendo que con nuestra economía se hace imposible comprar arte valuado en euros, pero quizás pueden pasar por su perfil de Instagram para decirle que bonito es lo que hace.
Si te gusta lo que escribo, acá te dijo el botón para que compartas esta entrega. Gracias por llegar al final. ¡Que termines tu finde de la mejor manera!